—¡Por fin es viernes!— dice Val con unas ojeras que le llegan hasta el suelo y yo me compadezco de ella que debe llegar a su hogar y preocuparse de sus diablillos —¿Qué harás este fin de semana?
—Por hoy me iré a descansar, mañana mucho helado y mi hermosa cama para dormir hasta que me quede sin conciencia.
—¿El domingo irás a la barbacoa familiar? Y no espero un no como respuesta.
—Tu misma te respondiste, cariño. Ahí me tendrás, me encanta enterarme de todos los chismes de tu familia.
—¡Estás loca, mujer! Si somos de lo más normales.
—Sí, como no. Y yo me casé con mi hermanastro después de tenerlo con el agua cortada por cuanto ¿Seis años?
—Eso no es nada, Vannah— dice moviendo sus manos y soplando sus uñas la muy descarada.
—¿O qué el loco de tu tío quisiera matarlos? ¿O que tu hermanastro pasara tres años en terapia y se enterara que tiene un hijo casi de esa misma edad? Ah, la peor de todas que tu papá esté preso porque defraudó a tu abuelo. Normal, si claro, Normal...
—Un pelo de la cola y mejor no sigas, en realidad somos una familia un tanto… peculiar y disfuncional, pero feliz en realidad.
—Eso no te lo discuto, lo veo cada vez que estoy con ustedes.
—Entonces, nos vemos el domingo, preciosa.
—De allá soy, amiga.
Me despido de Val y tomo mis cosas para subir a mi auto e irme a casa, le había dicho una mentirita piadosa a mi amiga, pero no me atrevía a contarle esta parte de mi vida, esa parte que me hacía vibrar en mis noches de soledad.
Era una dominatriz y lo amaba…
El BDSM es un término creado, en la década de los noventa, para abarcar un grupo de prácticas y fantasías eróticas, cuyas siglas significan: Bondage; Disciplina y Dominación; Sumisión y Sadismo; y Masoquismo. Abarca, por tanto, una serie de prácticas y aficiones relacionadas entre sí y vinculadas a lo que se denomina sexualidades no convencionales o alternativas (nótese para las que no sepan, se los expliqué facilito y sí, tengo mi cuarto de juegos).
Eso era lo que hacía en mis ratos libres, era mi forma de bajar toda la adrenalina que me ocupaba en la semana con mis pacientes y disfrutaba de un buen rato si conseguía un buen sumiso para satisfacer mis necesidades biológicas.
Esto lo empecé en mi época universitaria y debo decir que con el tiempo aprendí muchísimo sobre mis gustos en el sexo, llegando a un nivel muy alto en la escala del placer, pero todavía había una parte de mí que se avergonzaba de esto y creo que por esa misma razón no era capaz de contarle a mis más cercanos.
Llegué a mi departamento y me desnudé lanzando mi ropa por todos lados, era un desastre en el orden hogareño, pero vivía sola, así que no habría nadie que me molestara por lo que hacía, ya ordenaría mañana.
—Siri, coloca a Edith Piaf.
La música comenzó a sonar en mi cuarto, entré al baño y abrí el grifo del agua, me daría un baño de espuma para quedar con mi cuerpo perfecto para la seducción.
Las burbujas cubrían mi piel y el agua caliente, a penas soportable, limpiaba generosamente cada resto de lo vivido esta semana y luego me eché a descansar. Después de media hora de buena música, una copa de vino tinto y haber hecho mi rutina de limpieza levanté mi cuerpo del agua y me cubrí con el toallón que tenía dispuesto.
Entré a mi vestidor y tomé el body de cuero negro que usaría hoy, era absolutamente divino y se apegaba a mi piel como si fuera un guante, até cada una de las tiras que lo sostenían y me miré al espejo.
Me coloqué las botas de cuero que llegaban hasta mis rodillas y sobre la ropa un vestido negro que cubría lo justo. Arreglé mi peluca, hoy sería una pelirroja mortal. Me gustaba provocar y hoy quería acción.
Me miré al espejo y delinee mis labios con un rojo apasionado, le lancé un beso al espejo y tomé mi abrigo.
—Simplemente divina…
Al llegar al club Shine tomé mi antifaz negro y me lo coloqué, debía ser precavida, aunque a este lugar solo se venía al ser socio o tener una invitación y el antifaz era una obligación.
Sunny, el guardia, me vio llegar y con una sonrisa ladina me saludó.
—Estás para matar, mi reina.
—Gracias mi guarura favorito, ¿algo nuevo? ¿Carne fresca?
—Hoy, hay una fiesta privada organizada por el jefe, lo demás es lo mismo de siempre, preciosa. Así que, si quieres, puedes esperar a que termine mi turno y me postro ante tus pies.
—Lo tendré en cuenta, mi querido amigo.
Me despedí lanzándole un beso al aire y entré al club, varios me hicieron una reverencia para saludarme, ya que la mayoría de ahí conocía a the Queen y eso era altamente excitante. Me desprendí de mi abrigo y lo entregué a uno de los camareros, primero haría una vista del lugar y luego decidiría quién sería mi presa o, más bien mi sumiso.
Esta sería una gran noche...