—¡Yo me opongo!
—¡¿Qué?!
Nos volteamos con Savannah para ver al imbécil que se está ganando el gran detalle de que lo mate, lo corte en pedacitos y lo lance al río Hudson, es que ¿cómo mierda se le ocurría entrar así?
—¡Lo mato!
— ¡James!— Me doy la vuelta y aunque mi Moritas intenta sostenerme me suelto de su agarre y camino hecho una furia en contra de ese idiota que tengo por hermano que está parado en medio del salón con los brazos abiertos y una sonrisa ladina que estoy a punto de desencajar.
—Hermani—No lo dejo terminar, cuando mi puño choca contra su mandíbula y lo lanzo al suelo sin importarme nada, estaba tan molesto con él porque se había ido y me dijo que no le importaba que me casara que era una pérdida de su preciado tiempo el venir aquí que tenerlo ahora era distinto a lo que imaginé pues ya me había hecho a la idea de que no estuviera aunque me doliera en el alma.
—¡James O’Connor, Basta! —mi Moritas se acerca a paso raudo y trata de detenerme, pero estoy tan enojado co