Dublín, dos meses atrás.
El gran día había llegado. Hoy, desenmascararía a esa arpía que quería encajarme a su hijo y, de paso, sacarme este molesto compromiso con mi padre, para ser libre. En eso no cederé frente a él.
—Hermano ¿Y si no es cierto lo del embarazo y lo hizo solo para tratar de amarrarte?— me pregunta Christian y yo ya había pensado eso.
—De ser así, más caro lo va a pagar, a mí nadie me embauca de esa manera, nadie la saca barata metiéndose con un O’Connor.
—Eres tan cuadrado, hermano, por lo menos debiste follártela hasta las orejas, antes para después desecharla como la puta que es.
—Ni loco, Erin ha pasado por mas vergas que Manchester y Dublín juntos, la posibilidad de que tenga una ETS no me la quita nadie.
—Asco…
—¿Asco dices, hermanito? Si tú andas por las mismas, no hay vagina en todo Dublín que no hayas probado.
—Eso era antes, mi querido hermano, ahora soy un verdadero monje tibetano— la risa que sale de mi cuerpo es tanta que hasta lloro de todo lo que me ha