—¡La verdad es que espero un hijo tuyo!— grita como desquiciada y yo me carcajeo de su actuar.
—No quería llegar a esto, pero me has orillado, Erin— digo volviendo a mi asiento, tomando el folder que le entrego a su padre— . Ahí en ese expediente están todos los prospectos de yernos que debe buscar, señor Cadwell, cada uno de ellos puede demostrar fehacientemente que ha sido amante de su hija, mientras supuestamente estaba comprometida conmigo. Con el único que la respetó y jamás osó tomarla antes de estar casados—digo haciéndome el sufrido, mientras Erin se pone verde de la rabia—, pero como su hija es una puta libertina creyó que podría embaucarnos a todos y obligarme a contraer matrimonio con ella.
—¡Papi, eso no es cierto, yo… yo te lo juro que el hijo que espero es de él!—sí, está llorando como María Magdalena, pero su cara se vuelve a desfigurar al ver lo que saca su padre del folder.
—¡Ya cállate, Erin! ¿Hasta cuándo ibas a mentirnos? —dice Cadwell, cayendo como peso muerto en