Capítulo 50
La luz del amanecer se colaba con timidez por las rendijas de las cortinas, pintando la habitación con tonos dorados y cálidos. Irina despertó lentamente, con la respiración acompasada y el cuerpo relajado como hacía mucho tiempo no lo sentía. El primer detalle que percibió a su alrededor fue el calor que la envolvía, ya que los fuertes brazos de Leone, firmes y protectores, la rodeaban por completo.
Su rostro estaba pegado al pecho desnudo de él, y podía escuchar claramente los latidos acompasados de su corazón. En ese instante, se sintió segura como nunca antes y casi feliz. Así que cerró los ojos por un momento más, dejando que esa sensación la llenara por completo. Luego, levantó la cabeza con suavidad y lo observó dormir por un largo tiempo. Leone tenía el rostro relajado, su barba incipiente sombreando su mandíbula fuerte y una de sus manos descansaba sobre su cintura.
Irina no pudo evitar sonreír ante la imagen frente a ella y se inclinó para depositar un beso suav