Alexander se encontraba sentado en la cama de su habitación del hotel, con el teléfono en la mano e intentando llamar a Diana una vez más.
Aún no se había recuperado de la impresión que le dio ver el contenido de ese sobre.
Se sentía burlado y no dejaba de pensar en sus hijos y en la reacción que tendrían al saberlo.
Volvió a marcar el número de su esposa, porque por más que Rebeca estuviese viva, para él su mujer continuaba siendo Diana.
El teléfono saltó directo al buzón de voz y de nuevo volvió a dejar un mensaje pidiéndole que lo llamara en cuanto los escuchara.
No pensaba desahogarse con aquella máquina, quería una explicación, saber de dónde había sacado esa información sobre Rebeca y dejarle muy claro que no iba a rendirse.
Miró a su alrededor y llegó a una conclusión, encerrado allí no conseguiría nada.
Dudaba mucho de que Diana continuara en la ciudad, por lo que la conocía lo más probable es que se encontrara de camino a casa y lo primero que haría sería contactar a sus hijo