Capítulo 30: Quería llevarla a su habitación , romper ese vestido y dejar que ella le curara el alma
Alexander vio que Diana se marchaba enfadada.
Intentó quitarse de encima a Tiffany sin armar un escándalo y le propuso una invitación a cenar en su casa.
Esa mujer y él habían tenido una pequeña aventura.
Pensó que podría casarse con ella y darles a sus hijos la madre que tanto pedían, pero eso no funcionó.
Ni a Nathan ni a Gabriel les agradaba e hicieron todo lo posible por espantarla.
Algo que agradecía, ya que lo habían salvado de cometer un terrible error.
En cuanto pudo librarse de Tiffany y de la directora de la escuela, salió apresurado, pero solo alcanzó a ver a su esposa subirse al coche y marcharse.
—Parece que al final no ocurrió nada grave —le dijo Roger en cuanto llegó a su lado.
Alexander sonrió sin dejar de mirar cómo se alejaba el coche en el que iba Diana por la carretera.
—Estaba celosa —murmuró y se le escapó una sonrisa bobalicona.
—¿La directora?
—No, idiota, mi esposa.
Diana, celosa, ¿quién lo diría?
***
El día transcurrió, era la tarde y sus hijos ya se encontra