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¿Declaración de guerra?

POV Emily

Mi alma había regresado a mi cuerpo, en el segundo que vi al CEO de esa importante marca, supe que todos mis deseos y anhelos, se habían venido abajo. Mientras escuchaba sus preguntas, veía sus miradas matadoras, pensaba en qué haría cuando me tocara volver a New York, pero parece que eso debe esperar porque me quedaré en Londres un tiempo.

—¡Sí! ¡Lo logré!

Saltaba en el camerino sin poderlo creer, mi corazón estaba a mil, hace mucho no recibía una noticia tan buena, por fin, mi gran oportunidad había llegado. Aunque, recordé al señor Jones y esa sonrisa se borró de mi boca.

Solo espero que no sea de esos hombres rencorosos, quizás no es tan malo como parece. Sí, un poco amargado, un poco grosero, humillante, clasista y… No, si es mala persona. Pero, ¿por qué me seleccionaron a mí? ¿Y si quiere aprovechar esto para perjudicarme de alguna manera?

Me miré en el espejo y junté mis cejas mirándome con duda.

—No, no lo creo. Es su marca y su producto el que está en jue…

—Felicidades, señorita Daniel —dice Carla, la chica que nos ha orientado todo el día.

—Oh, muchas gracias.

—Espero que haya empacado suficiente ropa en ese equipaje porque se quedará un par de meses aquí.

—Oh, justo en eso pensaba.

Carla se sienta en uno los sillones y se cruza de piernas, ella tenía un par de hojas en sus manos.

—Bien, te pondré al tanto de un par de cosas, luego se organizará una reunión formal con el dueño de la marca y sus socios y ya puedes hacerles a ellos cualquier pregunta que tengas al respecto.

Me senté frente a ella y puse atención.

—Aquí tienes un borrador del contrato que se te ofrecerá, aquí, justo en la parte que subrayé, estás tus obligaciones.

Ella me entrega la hoja y miro que hay muchas cositas.

—El tiempo y el pago, lo determinan en la reunión presencial con los jefes, ¿de acuerdo? Te recomiendo lo leas bien y puedas hacer todas las preguntas que tengas. Ya tengo tu número de teléfono, tus datos personales. ¿Qué más necesito?

La mujer piensa un poco y dice:

—Oh, ¿ya sabes dónde vas a quedarte? ¿tienes algún familiar, amigo o vivirás independiente?

—No, no lo sé aún. Creo que un hotel por ahora, mientras miro un sector cercano a la compañía.

—Está bien, entonces espero la dirección. La compañía te dará transporte para algunos eventos y te recogerán directo en tu domicilio o en la empresa, ¿está bien? Oh, también tendrás un carnet de acceso, lo necesitarás para estar en el interior de la compañía.

—Está bien.

Ella sonríe, se levanta de su lugar y va hacia la puerta.

—Tu equipaje está afuera. Una vez más ¡felicidades!

Aún no era oficial, pero era mío. ¡Era mío!

Miré el borrador del contrato y sonreí.

Un rato más tarde, mientras caminaba el sector con mi maleta en mano, recibo un mensaje de Carla, donde me decía que la reunión sería mañana en las oficinales principales de la compañía. Será muy temprano, así que debo encontrar algo pronto para poder descansar.

Me alejé del sector porque no tenía suficiente dinero para uno de esos hoteles que estaban cerca, me alejé un poco, en realidad, mucho, pero no importa.

—Aquí tiene la llave. Por allá está el baño, por acá la habitación y aquí la cocina y una pequeña sala. El balcón es angosto, pero dos sillas caben perfectamente.

—Oh, está bien.

Me quedaré unos días aquí.

Era más que una habitación de hotel, era un pequeño apartamento perfecto para una sola persona.

Desempaqué mis cosas y cuando pude relajarme, le llamé a mis padres para decirles que estaba en Londres y que trabajaría aquí unos meses, para ellos no había mucha sorpresa, se supone que es lo que hago en mi trabajo como modelo. Pero para Dominica, fue una gran emoción. Sus palabras llenas de aliento, sus “te lo dije” fueron reales y firmes, fue sensacional.

La mañana siguiente salí mucho antes para ser puntual, me costaba creer que estaba de camino al que será mi lugar de trabajo por un tiempo. Solo espero hacerlo muy bien, para que más oportunidades como estas, lleguen a mí.

—Buenos días —le digo al hombre moreno que cuida la entrada—. Tengo una reunión con el señor Jones.

—Espere.

Aquel hombre de semblante serio y ceño fruncido, cierra la puerta en mi cara y a los pocos segundos regresa.

—Adelante.

En la recepción di mis datos y verificaron una vez más mi cita con el CEO.

—Espere un momento, por favor.

Asentí mirando el interior y, sí así es la recepción, no quiero imaginarme como es el resto de esta compañía.

Me inclinaba para ver más a fondo y la verdad que estaba asombrada, nunca había visto un lugar tan perfectamente diseñado para intimidar y deslumbrar al mismo tiempo.

—Señorita Daniel, puede subir.

—¿Eh?

—Ya puede subir, la esperan.

Me levanté de donde estaba y escuché las indicaciones para llegar a la oficina.

Tomé un elevador y presioné el botón cuatro, pero vi que llegaba hasta el piso seis. ¿Seis pisos? Por Dios, sí que es grande este lugar.

¿Cuánto costara un edificio como este en el pleno centro de Londres?

Los techos eran altos, había mucho mármol blanco por aquí. Caminaba por un largo pasillo que hacía eco con el sonido de mis tacones. Había pantallas enormes con publicidad de la mara, rostros de modelos, portadas… que elegante y moderno.

Había salas de espera con sillones minimalistas, tapizados en colores neutros. Había arreglos florales muy sobrios y finos como orquídeas blancas.

Doble a la derecha y vi al fondo la oficina del CEO con una placa que tenía su nombre grabado “Benjamín Jones”

Tomé un respiro y levanté mi puño para golpear la puerta, pero me sentía nerviosa. Inhalé y exhalé un par de veces hasta que golpeé la hoja de madera en dos oportunidades.

—¡Adelante!

Era la voz del señor Jones.

Mordí mi labio e hice un gesto de incomodidad, pero, sin embargo, forcé una sonrisa y giré la manija de la puerta.

—¡Vaya! Señorita Emily Daniel —dice el CEO con tono poco agradable—. ¿Logró encontrar la entrada sin discutir e insultar a nadie?

—Buenos días, señor. Sí, logré encontrarla. Incluso saludé a todos de camino aquí, estoy trabajando en ser… diplomática.

Mantuve mi sonrisa fingida.

—Una palabra muy compleja, “diplomacia” no pensé escucharla de usted después que me insultó en frente de un grupo de comensales.

Él estaba serio, aunque intentaba que sus palabras no fueran cortantes, pero lo eran.

Mordí mi lengua, tenía que hacerlo, porque esta es mi única oportunidad y no… Dios, que difícil es no responderle.

—Fue un error, señor. Pero como le he mencionado antes, estoy trabajando en eso.

—Dicen, que el que es, no deja ser, señorita Daniel.

Me quedé congelada en medio de su elegante oficina.

—Sí, creo fielmente en eso señor.

Esas palabras aplicaban más para él que para mí.

El señor Jones se levanta de su escritorio y camina hacia la enorme pared de cristal que tiene detrás de él.

—No está aquí porque así lo haya querido, señorita Jones. Está aquí porque mis accionistas y colegas de esta campaña, lo decidieron. Si de mi hubiese dependido el resultado de ese casting, usted no estaría aquí. No me genera gusto saber que está dentro de mi compañía, está una mujer que se atrevió a insultarme.

Él parecía más afectado que yo, cuando yo fui quien recibió más insultos.

—Y si piensa que soy un resentido o que sus palabras pudieron ofenderme, se equivoca. Para ser honesto, vi mejor desempeño de otras participantes. Además, no suelo darle importancia a las personas como usted que creen que pueden ofender a un hombre como yo.

—De esa manera no me hubiera recordado —susurré pensando en voz alta.

—¿Qué dijo?

Mordí mis labios y no lo repetí.

—La escuché, y claro que iba a recordarla, si por su culpa perdí una reunión importante. ¡Claro que debo recordarla! Porque ahora está a punto de representar una marca que define la elegancia, sutileza y belleza de una mujer. Estoy poniendo en duda, que usted cuente con esas características.

Su mirada sería me hacía saber que mis días aquí, serían terribles.

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