Un profundo estanco de sentimientos encontrados.
Punto de vista Marcelo
Los días seguían pasando, unos más pesados que otros, llenos de una angustia constante en mi pecho. Valeria seguía en coma, y los médicos no daban esperanzas. Decían que, si despertaba, su cuerpo podría quedar marcado para siempre. Pero, sin importar lo que sucediera, siempre estaría a su lado, y también al de Estrella.
Así llamé a mi hija, mi preciosa niña, quien a diferencia de Valeria, se recuperaba con una fuerza impresionante. Era una pequeña increíblemente valiente, mucho más fuerte de lo que yo, como su padre, jamás podría ser.
Estaba por salir hacia el hospital cuando el timbre de la mansión me sorprendió. Por un momento, casi se me cae la mandíbula al suelo.
—Marcelo, ¿cómo estás? —Samantha estaba allí, de pie, con el rostro devastado. Parecía estar pasando por un momento muy difícil.
—¿Qué haces aquí, Samantha?
—Solo quería hablar contigo. Como sé que no me contestas el teléfono, decidí venir directamente.
—¿Qué te hace pensar que si vinieras hasta aqu