Punto de vista Marcelo
—¡Despierta, dormilona! Hoy es el gran día —le susurré al oído mientras le daba un tierno beso en la mejilla. Valeria dormía tranquila, pero había llegado el momento de comenzar sus terapias.
—Hum—se estiró, abrió los ojos lentamente y me sonrió—. Sí, es hoy, cariño. ¿Y mi hija? ¿Dónde está?
La ayudé a incorporarse y le llevé a la pequeña Estrella, que dormía en su cochecito. La puse en sus brazos con cuidado.
—Te amo tanto, hija mía —murmuró Valeria, dándole un beso en la mejilla y abrazándola con ternura—. Diera lo que fuera por poder levantarme de aquí antes de que empieces a caminar.
—Eso será posible, pero solo si somos constantes con las terapias —respondí, tomando nuevamente a Estrella y dejándola en su carrito. Luego ayudé a Valeria a levantarse, la guié hasta el baño y, como cada día desde el accidente, seguimos nuestra rutina.
La acomodé para que hiciera sus necesidades, y la desnude, aunque cada vez que veía su precioso cuerpo desnudo de inmediato mi