Rocío desvió la mirada hacia la ventana. No respondió en absoluto y se limitó a mirar el paisaje que le brindaba su cuarto privado.

—Entendemos que es una situación complicada —intervino Meneses—, pero entre más pronto tengamos datos, más rápido podremos actuar. ¿Recuerdas algo? ¿Algún nombre que nos ayude con la investigación?

Ella permanecía en silencio. Ni una palabra, los oficiales en cierto punto pensaron en que Rocío era una persona muda.

—¿Conoces a alguien llamado Austin? ¿Ha tenido contacto previo con él?

Rocío giró lentamente la cabeza para mirarlos. Su voz fue baja, pero firme.

—No voy a hablar con ustedes.

Los agentes se miraron entre sí, sorprendidos.

—Le aseguramos que esto es confidencial, señorita. Sabemos que está involucrada en algo mucho más grande, y su testimonio puede salvar vidas —insistió Cedeño, sin alzar el tono.

—¿Salvar vidas? —Rocío dejó escapar una risa seca—. ¿Dónde estaban para salvarme a mí?

Mateo, que había permanecido en un rincón en silencio, se ade