Rhett estaba sentado en la oscura trastienda de un edificio ruinoso, con las manos cruzadas y los ojos brillando con una intensidad aguda y calculadora. El aire estaba cargado de emoción mientras pensaba en sus intenciones. Había aprendido una cosa de sus errores pasados: no podía lograrlo solo. Quería a alguien nuevo, alguien que pudiera desmantelar lo que Callum había logrado con tanto esfuerzo.
El teléfono que tenía en la mano vibró y sacudió la mesa. Contestó enseguida, con voz baja y llena de urgencia.
Rhett continuó: «Eres el único que puede ayudarme ahora», con una ligera amenaza en su voz. «Necesito ajustar cuentas, y tú eres el único que puede ayudarme».
El hombre al otro lado de la fila soltó una carcajada profunda y rasposa. Rhett, has estado ausente demasiado tiempo. ¿Crees que puedes volver a este mundo y recuperar lo que es tuyo?
Rhett se inclinó y entrecerró los ojos. "¿Crees que no sé lo que hago?" Esto es más grande que cualquier cosa que hayas visto. Voy a acabar con