115. EL ENCUENTRO
RICARDO:
Esperé a que Victoria se durmiera; le había pedido a la nana que le diera un somnífero. Había estado ocultándome los mensajes de Matías y, después de discutirlo con los demás, decidimos dejarla fuera de todo. Dejé a la nana y a Javier vigilándola, junto con unos guardias que aposté no solo en la parte exterior de su habitación, sino también en el estacionamiento. Me di cuenta de que había muchos autos de sus padres. Escondí todas las llaves para que no pudiera utilizarlas. Luego me fui a ver a Matías, en el lugar donde había citado a mi esposa. Para mi sorpresa, no era él, sino Isabel.
Isabel estaba ahí, de pie, esperándome como si hubiera anticipado cada uno de mis movimientos. Me detuve al verla, con los puños cerrados; no podía creer que la mujer a la que había amado y protegido toda la vida estuviera tratando de hacerle daño a mi esposa. A mi mente vinieron las intrigas y mentiras con las que había destruido parte de mi mundo. Aunque no le había dicho nada a Victoria, hab