Sofía se quedó paralizada. Roldan se acercó para cubrirla con su cuerpo. Le pidió a su madre que se diera la vuelta sabiendo que la chica se sentía avergonzada.
—Le tienes pena a una mujer que tiene lo mismo tuyo y no a un hombre.
Dijo la señora para luego continuar sirviendo el café.
Roldan tomó en brazos a su mujer y la llevó a la habitación.
No paraba de reír silenciosamente.
—Esto no es gracioso.
Se quejó ella casi al borde del llanto.
Roldan la abrazó y la hizo sentir cómoda. Al final los dos terminaron riendo a carcajadas hasta que la señora les habló para que bajaran a desayunar.
—Lamento mucho lo que dije hace un rato, señora.
Se disculpó Sofía cuando llegó a la mesa.
La señora sonrió, le dijo que eso no era nada del otro mundo y que estaba feliz de que se llevara bonito con su hijo porque así, como madre ella estaba segura de que quedaba en buenas manos.
Roldan le contó que llevaban saliendo hace un par de meses y cuando le dijo que sería abuela nuevamente la señora s