Esa noche Mardeli preparó la cena para los tres. Desde que David llegó había estado jugando con el niño y ella agradeció en silencio que a pesar de ser un hombre muy ocupado todavía apartara tiempo para la familia.
Cenaron con tranquilidad, bueno, no tanto porque uno estaba ansioso porque le pidieran perdón y la otra estaba nerviosa y no hallaba las palabras correctas para disculparse con él.
David estaba decepcionado. Su exesposa no parecía que tuviera la intención de pedirle perdón y eso lo desanimaba por completo. Se despidió, pero el pequeño lloró y le suplicara que no se fuera. Ya habían pasado casi dos meses desde que no dormían juntos y la criatura lo extrañaba en casa.
—Me quedaré hasta que se duerma, luego me iré.
Le dijo a Mardeli.
—Si gustas, puedes quedarte a acompañarlo esta noche.
Respondió.
Ella lo que quería era encontrar el momento perfecto para quedarse solos y hablar sin interrupciones.
David aceptó quedarse. Estaba encantado de poder abrazar a su pequeño retoño. Qu