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Capítulo 31. Una dura condición.

Liam llegó a la constructora un poco tarde de lo habitual, con el gesto serio y los pensamientos todavía revoloteando en torno a Emma, los gemelos y lo sucedido la noche anterior con su amigo en el estacionamiento.

Su primera acción, luego de enviar a sus hijos a la escuela en el trasporte, fue conversar con los vigilantes. Les dejó los datos de Marco, justificando que era un sospechoso que pudiese rondar la casa. Así ellos estarían más atentos.

Luego llamó a la empresa, para solicitar un chofer para sus hijos y otro para Emma. Sujetos entrenados, que además de ocuparse del traslado pudiesen encargarse de su seguridad.

Al entrar en su oficina recibió de su secretaria los asuntos pendientes y, apenas se sentó frente a su escritorio, su teléfono móvil vibró.

Vio el nombre en la pantalla y contestó de inmediato.

—Darryl —dijo con tono preocupado—, ¿cómo amaneciste?

Del otro lado, la voz de su amigo sonó ronca y cansada.

—Podría estar mejor. Tengo una marca fea en el rostro, justo en el p
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