Katherine volvió con el vaso de agua entre las manos, caminando con la calma de alguien que tiene todo bajo control. Royal lo tomó sin dudar, sin imaginarse que en ese instante, sin saberlo, estaba sellando su destino. Bebió el contenido de un solo trago, sintiendo cómo el líquido fresco descendía por su garganta.
Mientras él dejaba el vaso vacío sobre la pequeña mesa que se hallaba frente a él, Katherine se sentó a su lado, manteniendo una mirada serena, casi dulce.
—La verdad es que me gustaría verla más seguido —manifestó en voz baja, con un deje de nostalgia en sus palabras, a lo que Royal le dirigió una mirada analítica.
—¿A Coral?
—Sí —asintió Katherine con una leve sonrisa—. Yo la extraño. Me siento plena cuando estoy con ella y ya no quiero alejarme. No quiero irme. No quiero tener que dejarla. Además, odio que siempre esté alguien entre nosotras. Ansío pasar el tiempo a solas con mi hija.
Royal suspiró, cruzándose de brazos. Sabía que tarde o temprano esta conversación llegar