A MERCED DEL DINERO. C231: No puedo creer que seas tan relajado.
Richard soltó un suspiro largo, como si tratara de aliviar la tensión acumulada en su pecho.
—No es eso, mi amor. No se trata de que yo quiera decidirlo todo sin ti. Lo que pasa es que cada cosa que propones... simplemente no se adapta a lo que estamos viviendo ahora. Entiendo que tengas tus gustos, que desees ciertas comodidades, incluso lujos, pero tienes que ver las cosas desde nuestra realidad. No podemos aferrarnos a la idea de una vida de abundancia cuando eso, por el momento, no podrá ser. Tenemos que aprender a ubicarnos, a pisar tierra, a pensar en lo que tenemos hoy, no en lo que tuvimos ni en lo que soñamos.
Marfil lo miró con evidente desaprobación. Su rostro, fruncido y serio, reflejaba una frustración que se le escapaba por los ojos.
—Bueno, ya que tú ya decidiste todo, no tengo nada más que agregar. Total... igual no me vas a escuchar.
Y así quedó la conversación. La realidad era que el matrimonio de Richard y Marfil no se sostenía en el amor. Lo que alguna vez hubo —l