¡Hola! Sé que las cosas se han enredado bastante en este triángulo amoroso :') Por lo tanto, cualquier duda que tengas, déjamelo saber en los comentarios y te lo aclaro sin problema :3 ¡Gracias por leer! Atte: Yaz Salo.
Por un momento, Richard guardó silencio. Solo el pitido constante de las máquinas médicas llenaba el ambiente.—La verdad es que... no sé qué pensar —confesó al fin, bajando la mirada hacia sus propias manos—. Nunca había visto a Lucas tan enojado. Pero... todo lo que le dije... fue evidente que le afectó bastante.—¿Lo odias?Richard negó con la cabeza, lentamente.—No —respondió—. Los amigos se pelean de vez en cuando... Aunque... con esto me queda claro que él ya no me considera su amigo. Después de que decidí quedarme contigo, después de que elegí... tu amor por encima de su amistad, dudo que pueda volver a mirarme con aprecio.Ambos se quedaron callados por un instante, hasta que la puerta de la sala se abrió. Un oficial de policía, vestido con uniforme oscuro, se asomó de manera respetuosa.—Buenas noches —saludó, dirigiéndose a Richard—. ¿Señor Richard Morgan?—Sí —respondió él, incorporándose un poco.El oficial asintió.—Vengo a confirmar si desea presentar cargos contra el a
Marfil se acercó a él con la cautela de quien teme provocar una tormenta.—Por favor, Lucas —gimoteó—. No quiero pelear contigo. Vine porque estaba preocupada.Lucas no respondió. Se limitó a mirarla con esa expresión endurecida que ya había aprendido a tener frente a ella, como si cualquier palabra suya fuera una ofensa imposible de perdonar. Marfil tragó saliva, obligándose a no retroceder.—Cuando vi que te sacaban del restaurante... me asusté mucho —añadió ella—. También quería saber si te había pasado algo, pero bueno... tú no tienes ni un rasguño. Fue Richard quien se llevó la peor parte.No había reproche en su voz. No había crítica ni recriminación. Solo un alivio torpe, lleno de matices, como si le costara admitir que su alma se había aligerado al verlo intacto.—Pero me alegra que todo haya vuelto a su lugar —continuó con un esfuerzo visible—. Richard se va a recuperar y tú no terminarás en la cárcel. Deberías tener más cuidado, Lucas. La familia de Richard tiene poder, sabe
—Yo era el único imbécil que asumía que tú me querías —continuó Lucas—. Me inventé un mundo entero contigo. Me aferré a gestos, a silencios, a esas miradas que yo creía exclusivas... Pensaba que era el único hombre al que mirabas con dulzura, con ternura.Y entonces bajó la mirada, como si le doliera contemplarla, como si cada rasgo en su rostro le devolviera la imagen distorsionada de un amor que solo vivía en su cabeza.—Pero ahora sé que a Richard también lo miras así. Con esa misma suavidad. Con esos mismos ojos de promesa vacía. Sabes fingir tan bien, Marfil, que me impresiona...Había un temblor en su voz, algo que no era ira ni despecho, sino una tristeza tan honda que parecía haberle nacido en el alma.—Estás equivocado, Lucas —dijo ella, y por un instante pareció que toda la escena cambiaba de color—. Yo te quiero.Él se quedó inmóvil. Como si le hubieran arrancado de golpe las paredes de su argumento. Como si aquellas palabras hubieran quebrado algo que ni siquiera sabía que
De pronto, una voz femenina, una distinta, se hizo presente.—Lucas...Su nombre fue pronunciado con suavidad, pero bastó para que él girara la cabeza, como si ese llamado tuviera el poder de arrancarlo de la oscuridad en la que acababa de hundirse. La voz provenía de unos metros más atrás, y cuando la mirada de Lucas se deslizó hacia esa dirección, sus ojos se encontraron con los de Marissa.Estaba allí, de pie, con el rostro parcialmente iluminado por los faroles de la calle, envuelta en una brisa que le alborotaba el cabello con indiferencia. Observaba la escena frente a ella —a Lucas, a Marfil, al abismo que se abría entre ambos— con una expresión imposible de descifrar. No había enojo, pero tampoco alivio. Era una mezcla cautelosa de muchas emociones reunidas en un solo rostro, como si supiera que acababa de llegar al final de una película que ya no podía detener.Lucas no la esperaba. No sabía que había estado tan cerca, ni que lo había visto. Marissa no lo había acompañado a la
La última frase estaba cuidadosamente elegida. No necesitaba señalar a nadie: todo el mundo sabía a quién se refería.Los ojos de Marfil centellearon. Dio un paso al frente, clavándole la mirada.—Eso no puede ser. Lucas jamás andaría contigo.—¿Y por qué estás tan segura? —preguntó Marissa, sin dejarse amedrentar.—Porque él me quiere a mí —declaró Marfil—. Es más, hace tan solo unos minutos, antes de que llegaras, estábamos hablando de ello.Marissa sintió una punzada aguda en el pecho, como si cada palabra se le hubiera clavado directo al corazón. Pero no lo mostró. Se tragó la incomodidad, la duda, la herida. No le daría el gusto a Marfil.Lucas, por su parte, desvió la mirada con incomodidad. Sabía que no debía haber dejado que eso se dijera así. Sabía que debía decir algo… pero no encontraba cómo. Lo único que sentía era el nudo en el estómago y el miedo de que Marissa se alejara.—Bueno… las personas cambian de opinión —alegó Marissa—. Así como también pueden cambiar de sentimi
Marissa se asomó al rostro de Lucas, observando cada detalle de su expresión antes de rozar sus labios con los suyos, suave, lento, como si ese gesto sellara una tregua. Lo envolvió con sus brazos en un abrazo cálido que hablaba más de esperanza que de certeza.—Lucas, no puedes seguir comportándote de esta manera delante de Richard y de esa chica, porque ellos ya son parte de tu pasado —declaró ella—. Por respeto a lo nuestro, tienes que olvidarte de ellos y enfocarte en nosotros, que es lo más importante en este momento.Lucas bajó la cabeza un instante, asintiendo, sintiéndose algo avergonzado pero también reconfortado por la claridad de ella.—Sí, tienes razón —admitió—. Eres mi novia, y por lo tanto, prometo que siempre te daré tu lugar.Marissa sonrió con dulzura, aliviada por su respuesta.—¿Sabes cuán feliz hace a una mujer que le des la razón?Lucas levantó una ceja, divertido.—Lo sé. Estoy enterado de ello... y lo estoy utilizando a mi favor.Ambos rieron en voz baja. La te
—Bueno, hice lo que pude para dormir —replicó Richard, con una mueca que intentaba parecer un gesto de humor, pero que se perdía en la incomodidad de su estado.—Por eso yo debí quedarme contigo anoche —alegó Marfil—. Para asegurarme de que pudieras descansar bien.Richard la observó en silencio por un momento y luego negó suavemente con la cabeza.—Mucho menos iba a poder descansar si sabía que estabas aquí —respondió con la honestidad que lo caracterizaba—. Iba a estar muy consciente de lo incómoda que estarías en esta habitación. No quería que pasaras un mal rato por mi culpa.—Tienes que acostumbrarte a tenerme a tu lado también en las malas —dijo ella con determinación—. Porque te voy a acompañar y te voy a apoyar también en las situaciones difíciles. Si tú de verdad quieres que yo sea tu esposa, Richard... tienes que dejarme apoyarte. ¿Lo entiendes?Él se quedó callado por unos segundos y la miró como quien se da cuenta de que quizás no merece tanto.—Sí... tienes razón —declaró
Pero su madre, la señora de nombre Mariela Morgan, no aceptó aquella respuesta tan fácilmente.—¿Cómo puedes decir que no fue nada grave? —rezongó—. Mira nada más cómo te dejaron. La pregunta cayó como una piedra en el silencio. Marfil contuvo el aliento, ella sabía la verdad y Richard también. Y ambos sabían lo que esa verdad implicaba. Porque si Richard decía el nombre de Lucas, si revelaba que había sido su mejor amigo quien lo había dejado en ese estado lamentable, no habría vuelta atrás. Su madre, su padre, moverían cielo y tierra para destruirlo. La familia de Richard no perdonaba. No toleraban agravios. Y Lucas, que provenía de un entorno más modesto, no tenía forma de protegerse de la avalancha que vendría sobre él.El padre de Lucas perdería su trabajo, aunque nada de esto hubiese sido su culpa. El propio Lucas sería expulsado de la universidad sin compasión, manchando su nombre, arruinando su futuro. Y todo porque una familia poderosa, herida en su orgullo, no tendría pieda