Narrador omnipresente
El corazón de Curthwulf, latía con fuerzas al escuchar una y otra vez lo que Retmus acababa de decirle. El dolor de sus muertes, lo cegaba y seguía corriendo desesperado por llegar pronto a ayudar a su gente.
Cuando llego, el avión ya lo espera y él sube al mismo deseando poder moverse rápido y llegar a tiempo para ayudar a su gente.
Angustiado, comienza a hablar con toda su gente para saber la situación, pero, nadie le responde y por ello, cuando llega, no espera subir al auto, sino que, corriendo, llega al lugar donde había dejado su manada.
El olor a sangre, llega a más de un kilómetro y ello hace que su corazón se acelera demasiado. Los lobos que quedan, intentan defender a su gente. Pero, los supera en número.
“Así era como los quería encontrar. Sin el desgraciado de su jefe, no son nada. — dice uno de los lobos que gruñe mostrando todos sus dientes”.
“Si que eres bastante osado al venir aquí y mucho más siendo poco hombre al atacar cuando el señor no es