Dan no ha vuelto a salir en una semana, y ha llegado justamente el tiempo de dos eventos importantes con más rapidez de la esperada: la nueva sesión con el psiquiatra y la endemoniada tarde té a la que me comprometí.
Despierto con eso en la cabeza, incluso antes de abrir mis ojos en la cama, pero al hacerlo me encuentro con Damián a mi lado. Está observándome y acariciando mi cintura. El humor de Damián durante esta semana ha sido bastante silencioso y reflexivo. No hemos vuelto a pelear, ni nada por el estilo. Es que no se siente como él.
Algunas veces me pregunto qué pasa por su mente. O en qué piensa al mirarme, siento que me esconde algo o no sé si es paranoia mía.
—Buenos días… ¿cómo dormiste? — le pregunto. Nuestros pies están entrelazados.
—Bien, o lo mejor que pude. Hoy tengo una junta con Rowan, no puedo seguir esquivándolo más.
—¿Cuál actitud crees que tomé al verte? La ventaja que tendrás es que, en esa junta tendrás muchos testigos por si le da por desatar a la bestia — in