Después de una boda y luna de miel exitosas, queda otra parte de este acuerdo que me pone algo nerviosa: mi mudanza al departamento de Damián. No había podido mover mis pertenencias a la torre Goldstein por la parafernalia propia de mis últimos días de soltería. Aun así, ya era hora.

Estoy empacando mi tercera maleta con mi ropa. Mientras que Amy, me está ayudando a organizar mis productos de skin care y aseo personal del baño.

—Nunca creí que nosotras siendo roommates sería una experiencia así de corta, prima — dice Amy trayéndome mis productos en los organizadores.

—Tampoco creía que fuera más quejarnos de lo cansadas que estábamos por el trabajo que irnos de fiesta. La vida adulta parece ser una estafa — bromeo.

—La más grande de todas. No sabes lo que me arrepiento de haber deseado ser adulta cuando era niña. Qué ingenua fui — suspira, y yo sonrío.

Siento que Amy se me queda mirando mucho de arriba abajo, como esperando el momento prudente para decirme lo que me va a decir.

—Tuvie