Aparte de la expresión de tragedia griega que veo en el rostro de Damián, el señor aquí presente no es que me dé mucho más. Mi reacción es evidente, le he dado mucho de mí al hombre con el que me casé, para que me traicioné de la forma más mundana y predecible posible: con otra mujer.
—¡¿Por qué no me respondes Damián?! — le grito — ¿Tan rápido te aburriste de mí y ahora sólo me quieres como niñera y ama de casa?
—¡No! ¿Por qué estás pensando de ese modo Leonora? — dice sin elevarme la voz — ¿No has sido feliz estos meses conmigo? Te he dado todo lo que he podido, todo lo que tengo.
—Menos tu honestidad. ¿Por qué esa no eres capaz de dármela? Y no pretendas que me lo estoy inventando, porque no nací ayer — le exijo.
—¿En qué quieres que te sea honesto? — habla como si yo fuese la irracional.
—Charlotte. No invitarme a este tipo de eventos. Excluirme de tu empresa — lo enumero con los dedos y todo.
Él se queda paralizado, le sonrío tan molesta que ni me reconozco.
—Oh ya lo entiendo. T