La música comenzó; la obertura sonó con poder y la melodía era tan divertida que el pequeño Jonathan no pudo evitar mover sus pies al compás. Estaba lleno de expectativa, era la primera vez que iba a verla en directo sobre el escenario. Era la primera vez para todos ellos. El telón se levantó y la obra comenzó.
Como Daniel le había explicado a Naomi, tenía diálogos que por suerte se habían decidido dar en su propio idioma. La parte lírica si estaba en alemán, pero al menos podrían comprender de que iba la historia. Y entonces ella salió… Hermosa, brillante, poderosa; con un vestido de época blanco, la sonrisa en los labios y la potencia en la garganta. Las primeras notas dejaron a todos en tensión y a medida que fue desarrollándose el primer acto los ánimos se habían contagiado de la música y de las interpretaciones alegres. No solo cantaba bien, también actuaba con entusiasmo.
Daniel no podía apartarle la vista, maravillado. Que increíble era esa jovencita de cabello revoltoso con la