—Demonios, el matrimonio de ustedes es bien entretenido, ¡Uno nunca se aburre!— decía Eliot, ante la mirada atónita de nosotros. Yo había llegado extremadamente nerviosa a mostrarme el email a Oliver y él automáticamente había llamado a su abogado y yo a la mía. Estábamos en la oficina de Mara pensando qué demonios hacer.
—¿Tu vida es aburrida mi querido colega?— preguntaba Mara con una mirada coqueta.
—Supongo que habría… formas de hacerla muchísimo más entretenida, lo reconozco...— contestaba él y ambos sonreían. Y así había sido la interacción desde que se habían conocido, era francamente ridículo.
—¡Mara y Eliot!— les decía yo con autoridad y firmeza— ¡Por favor! Necesitamos soluciones—
—Tienes razón amiga... debo decir que realmente es algo muy grave—
—Perdóname Lisa— decía Eliot con seriedad— Debo decir que lamentablemente mi primera opción sería que podría tratarse de Hans Wagner—
—Créanme que lo pensé, pero mi padre sería más directo. Mejor dicho, ya me ha comunicad