Nada mejor para los problemas, que una mente ocupada, decía mi abuela Eugenia. La vida me había plantado varios tropiezos en mi camino, de los peores y yo pensaría que a estas alturas sería muy fuerte, podría ser casi superpoderosa. Pero quizás no era tan fuerte como yo imaginaba... ya que la traición y el cómo me había dejado Oliver, me había afectado en lo más profundo.
Me despertaba sin él, no recibía mensajes, y no lo veía. Éramos dos piezas de un rompecabezas que antes estaban unidas y ahora... no eran nada.
La idea de ver a los niños, me ilusionaba tanto como me aterraba, la simple decisión de elegir alguno, me parecía una locura. Todos merecían tener amor y cariño, no era una decisión fácil, pero tenía que tomarla. Este era el primer paso y estaba convencida de que era uno de los más importantes que daba, y que tendría en toda mi vida.
La señora Vivian estaba completamente emocionada, tanto que ni siquiera le preocupaba el hecho de que Oliver no estaba aquí. Él claramente