—¿Cómo se portaron mis niños hoy? —preguntó Lu a maestra que los cuidaba en la guardería.
—Con ellos es complicado, no se adaptan, son demasiado inteligentes para convivir con niños de su edad.
Luciana miró a sus hijos con ternura, lamentó que desde un año atrás ya no estuviera en el programa de protección de testigos, habían condenado a Albeiro a años de prisión y con eso finalizaba el trato con la fiscalía, por consideración con el agente Valencia, le dejaron la casa en la que vivían, pero ella había perdido varios empleos, debido a que sus jefes o compañeros querían siempre sobrepasarse.
—He averiguado en las instituciones en las cuales los podrían recibir, pero el costo de las colegiaturas es muy elevado, y justo hace dos días me quedé de nuevo sin empleo. —Apretó los labios—, sobrevivo con las propinas que me dan en los bares en las noches por cantar o ayudar a servir mesas, o lavar platos —comentó.
La maestra abrió sus ojos con sorpresa.
—¿Y cómo haces para mantener a tus n