Epílogo. 2 parte.
Paula rodó los ojos resopló, de nuevo tomó el cojín y se lo lanzó como pudo.

—¡Cálmate! ¡Deja de ser payaso! ¡Me duele! —Se quejó encogiendo su cuerpo.

—Tranquila, respira, inhala y exhala como aprendimos —recomendó, intentando calmar su nerviosismo.

—¿Qué ocurre? —preguntó Inesita entrando a la alcoba, entonces se dio cuenta de lo que pasaba—, yo me quedo con los niños, ya les ayudo con las cosas de los bebés —comentó.

Enseguida Juan Andrés ayudó a su esposa a bajar las escaleras, y luego a subir al auto.

—¡Duele! —volvió a quejarse Paula, apretó el brazo de él con fuerza—, date prisa —gruñó, las contracciones eran muy dolorosas, sentía que se le fragmentaba la cadera.

—Ya voy, ya voy —repitió él, encendió el vehículo y pisó a fondo el acelerador—, respira por favor.

Paula restregaba su cabeza en el asiento, apretaba el brazo de él, se quejaba del dolor y eso lo ponía más nervioso.

—¡Apúrate! —gritó Paula—, ya no resisto más —jadeó apretando sus dientes—, duele horrible.

Con M
Angellyna Merida

Gracias por llegar al final de esta historia, espero hayan disfrutado del epílogo, y antes de que empiecen a decir que todos tienen mellizos, les diré que ese es mi deseo para que pudieran ponerles los nombres de David y Ana, mejor amigo y hermana de los protagonistas. Para quiénes aún no se han enterado ya está disponible el libro de Lu y Miguel se titula: No sabía que tuvimos dos hijos, está aquí en Buenovela, espero verlas por allá.

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