No iban a pasar toda la noche así, con ella de pie en mitad de la habitación y con la mirada clavada en el piso como si se estuviera regañando a sí misma.
Estaba tan metida en su mundo que se sorprendió cuando se colocó frente a ella y le alzó el mentón para que lo mirara.
—¿Estás así porque te avergüenzas de que tu amiguito nos haya visto de esa forma? —De pronto, una idea descabellada se le pasó por la mente—. ¿Estás enamorada de él?
Elizabeth abrió muchos los ojos y negó con la cabeza.
—Sé que fue una tontería decirte que él era mi amante cuando a la vista está que eso no sería posible.
—No estoy hablando de él, estoy hablando de ti. Lo proteges, lo cuidas, incluso me lo impusiste como condición. Dime la verdad, ¿has llegado a sentir algo…Por él? —le costó preguntar, porque si le decía que sí le iba a doler mucho.
Elizabeth sonrió como si se le hubiera venido a la mente algún recuerdo agradable y eso provocó que a Roger el mundo se le viniera encima, pero después volvió a ponerse se