Elizabeth se abrazó a Bastian cuando escuchó que abrían la puerta.
Un par de horas antes, había escuchado a Natalie fuera dando gritos.
No entendía lo que decía, pero se escuchaba muy molesta.
Cuando vio que el que aparecía era Marcus, su amigo y ella volvieron a respirar tranquilos.
—Tenemos que aprovechar para escapar —dijo apenas entró, agarró una de las sillas e intentó trabar la puerta.
—¿Ya vinieron a rescatarnos? —preguntó Bastian, entusiasmado—. Pero ¿si nos encierras por dentro cómo esperas que salgamos?
Marcus negó con la cabeza a la vez que se arrodillaba frente a ellos y le pidió a Elizabeth que se diera la vuelta para comenzar a desatarle las ataduras.
—No, pero la persona que está detrás de todo esto llamó a Natalie…
—¿Cómo que la persona? —preguntó Elizabeth sin comprender—. ¿Quién más que ella podría querer hacernos daño?
Marcus terminó de desatarle las manos y continuó con la de los pies.
Bastian lo miraba embobado, su amigo siempre vivía enamorado, pero nunca lo habí