2.5 Postre de nueces

Jazziel

 

No me terminaba de acostumbrar que Iliana estuviera de vuelta en el grupo como cuando éramos niños o en la universidad. Eran cosas que me hacía creer fervientemente que desperté en otro universo paralelo.

Estábamos sentados a la mesa en un almuerzo de despida para que Balth y Cassy se fueran a su luna de miel y, fue ameno y tranquilo, Iliana de nuevo hizo como si yo no existiera para ella  está vez vino sola, la niña con la que medio la vi ayer no la acompaña hoy y supongo que era la hija de alguna amiga, sé que ella tiene una media hermana, pero no le gusta hablar de eso y no sé si es su sobrina.

—Tenemos un anuncio —dijo Balth poniéndose de pie y ayudando a su recién estrenada esposa a ponerse de pie.

—¿Eres gay? —pregunta Elliot con la mano en el corazón.

—Ya quisieras tú, querido —se burla el susodicho y todos reímos— bien, a lo que iba. Quería anunciarles que ¡vamos a ser papás!

—¡Oh por Dios! —se levanta la amiga de Cassy y los abraza.

—Felicidades —fue un coro de felicitaciones para los nuevos padres.

Uno a uno nos fuimos levantando para abrazar a la feliz pareja que se veían rebosar de felicidad y sentí un pellizco de envidia en mi corazón.

Es hora del postre y a los chicos les falta nada de irse, todos estamos muy contentos por ellos y esta nueva vida en la que se embarcan. Cuando sirven noté que el postre lleva frutos secos, el mesero lo repartió a todos en la mesa, me le quedé viendo a Iliana fijamente, todo mi cuerpo se puso tenso, se iba a llevar una cucharada grande de ese postre a la boca y lo vio bien nuevamente antes de hacerlo y se detuvo.

—¿Tiene nueces este postre? —le pregunta al mesero.

Pocas veces comía dulce, sabía que era diabética y se regía por las reglas de comer saludable, aparte de eso era alérgica a las nueces.

—Si, lleva crema de lima, pistacho y nueces —responde la esposa de Fred por el chico, puesto que la idea del almuerzo fue de Alina.

—Soy alérgica a las nueces —comenta viendo el postre con anhelo.

Qué bueno que se dio cuenta estaba listo para brincar de la mesa y manotear la cuchara lejos de su alcance, relajé mi apostará y me vi enfrascado en una conversación con los muchachos sobre la bolsa de valores.

—Lo lamento, cariño —dijo Alina apenada— puedo mandar a pedir uno sin nueces, si quieres.

—No, déjalo —le respondió ella, desestimando la idea— de todas formas, no debería de comer dulces.

—¿Segura? Puedo preparar algo saludable en un pis pas— habla contenta Alina, siempre es atenta.

—No le den cuerda o no sale de la cocina —comenta Fred, su esposo.

—Estoy segura —contesta Ana— soy diabética.

Alina mira a Fred con ganas de matarlo, no se podía negar que ellos también hacían una linda pareja, el pensamiento hace que mi mirada se pose en Iliana, siento un golpe en mi costado, me giro y veo a Elliot, tenemos una conversación en silencio y me como una cucharada del postre para evitar su mirada de sabelotodo.

—Todo estuvo increíble —comenta Elliot levantándose— pero tengo que irme a Edimburgo.

—Yo también debo irme —me levanté junto con él— tengo un viaje que hacer.

—En realidad nosotros también debemos irnos, ya quiero disfrutar de la luna de miel, con mi adorada esposa —dijo Balth ayudando a levantar a Cassidy— no es por nada, pero ya quiero tenerla solo para mí.

—Genial, pues los llevo— les ofrecí a los chicos.

—¿Seguro? —pregunta Cassy.

—Claro, igual debo ir al aeropuerto, con gusto los llevo —me encogí de hombros e hice el titánico esfuerzo de no ver a Iliana.

Ella ya era cosa del pasado, no tengo porque seguir estando pendiente de ella, cuando obviamente me odia. Aunque si me gustaría saber el motivo de su odio, cuando me fui al extranjero a estudiar una maestría

—¡Nos vemos, chicos! —les dije en general y caminé sin ver detrás de mí.

—Bien hecho, casi no se notó que la ignoraste —cuchichea Elliot palmeando mi espalda.

—No me jodas ¿quieres? —le contesté molesto.

—No mates al mensajero —levantó las manos defendiéndose.

—Mejor cállate —le comenta Balthy pasando por nuestro lado— no es nuestro problema, Elliot.

—Si dejas que siga así, no va a resolver nada, dejará que pasen diez años más.

—Es un adulto funcional, sabrá resolverlo— dijo Cassidy— ¿Verdad que sí, Jazz?

—No sé de que hablan —me hice el loco y subí a mi auto dando por zanjado el tema.

—¿Lo ven? Se los dije, será un puto anciano cuando se de cuenta de lo que hace— se queja Elliot un tanto enojado.

—No es tan simple, ni siquiera sé porque me odia —conteste entre dientes mientras me subía a mi auto.

Conduje en silencio al aeropuerto mientras veía a Balthy y Cassy lanzarse miradas de amor que me estaban poniendo de mal humor y no entendía porque, yo no quiero eso, el amor solo complica la vida, tal vez si debí aceptar el ofrecimiento de la chica de ayer o tal vez necesite vacaciones.

—Cuando vuelvas de tu luna de miel, creo que me tomaré unas vacaciones —lo comenté a Balthy viéndolo por el retrovisor.

—Me parece bien, no has tenido vacaciones… creo que nunca has tenido vacaciones —comenta pensativo, viéndose preocupado hundiendo el ceño— hasta Elliot se agarra las vacaciones… para trabajar en la casa, pero lo hace.

—Sí, eso es mejor —bufé una risa imaginando a Elliot con traje en su casa, me quedé viendo el camino— pero, si, creo que necesito un descanso.

Masajeé mi cuello, siento el peso de los años, ya tenía casi treinta años, y no había dejado de trabajar desde que salí de la universidad, mis padres ganaron la lotería cuando apenas era un adolescente y la vida nos cambió, pero yo no quería regirme por ese dinero, desde pequeño mi padre me enseñó a trabajar para mis cosas, así que disfrutar del dinero de mis padres no estaba en discusión, por mucho que mi madre así lo quisiera, Balthazar y su padre les enseñaron a invertir en la bolsa de valores y ya mi padre no necesita trabajar por una eternidad si así lo quiere.

Invoco a mi madre con el pensamiento porque empieza a llamarme, veo el celular y lo vuelvo a meter en mi bolsillo no queriendo hablar con ella, es una buena madre, pero me asfixia cada vez que me pide un nieto o que me case con alguna hija de una de sus amigas, me gusta mi vida así, no quiero que cambie, no necesito que cambie.

—Deberías atender eso —me aconseja Cassy— disculpa que me meta.

—Mi madre es…

—Especial —termina Balthazar por mí, atrayendo a Cassy a sus brazos y nos reímos.

Él más que nadie sabe como es mi madre de insufrible, en el mejor de los casos, seguí manejando y todos guardamos silencio.

—¿Es posible que para mis vacaciones me quede en tu hacienda? —pregunto cuando ya casi llegamos a nuestro destino.

—No hay problema, a Ceci le encanta atendernos cuando vamos a ala hacienda, tal vez cuando volvamos de la luna de miel pasamos por allá de nuevo— explica.

—Eso sería fabuloso— Cassy se acomoda más cerca de él.

—¿Estás bien, Balthazar? —le pregunté por el espejo retrovisor.

—Sí, estoy perfecto —me miente.

Con los años he aprendido a conocer a todos estos cabrones, pero lo dejo estar. Tal vez este incubando un virus.

Los ayudo con las maletas y los dejo ir mientras Elliot nos alcanza minutos después y ambos volvemos a casa para seguir con nuestra vida.

 

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