XXXI Condición

Al borde de un infarto, así llegó Alessa al lado de Luka, que miraba a Mike como si quisiera arrancarle la cabeza con los dientes para luego escupirla en un basurero.

—¡Luka, qué bueno verte! —Ella se le colgó del cuello como si estuvieran en alta mar y Luka fuera lo único de lo que agarrarse para no hundirse.

—Sube al auto —ordenó él, apartándose.

No la miraba y tal vez eso fuera mejor, Alessa no deseaba ver que también quería arrancarle la cabeza a ella.

—No hice nada malo.

—No vamos a discutir mientras conduzco —sentenció él, con voz firme y potente, llena de enojo.

Llena de furia asesina.

Iban a discutir, de eso no se salvaría. Procurando no hacer ningún ruido, Alessa se puso el cinturón y nada más dijo. Rogaba para que la ira de Luka se fuera disipando de camino a casa.

Llegaron por fin luego de lo que pareció una eternidad, él dio un portazo.

—¡No hice nada malo!

—Porque llegué a tiempo. ¿Con qué me habría encontrado si llegaba unos minutos después?

—No te puedes enojar por un
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