LI Egoísta
La furia e indignación de Florencia fue contenida por Francesco, que la sostuvo antes de que le arrancara los ojos a Luka. Ella forcejeaba mientras él cubría a Alessa y buscaba la camiseta.

—¡¿Cómo pudiste aprovecharte de ella?! ¡Confiaba en ti! ¡Confiaba en que la cudarías! ¡Suéltame Francesco!

—Escucha a Luka, de seguro tiene una buena explicación.

—¡¿Cómo va a explicar su abuso?! ¡Mi hermana no puede decir que no, no puede defenderse, no puede resistirse, no puede...!

—¡Kálllattte! —gritó Alessa.

La sorpresa dejó a Florencia sin palabras ni ganas de seguir luchando. Francesco aprovechó y la sacó de la habitación.

—¿Ella... habló? ¿Mi hermana habló?

—Pues sí, y te regañó.

Esperó en la sala, todavía sin poder creer que los balbuceos de Alessa se hubieran convertido en palabras. En la mesa vio el tablero de ajedrez, las gafas de realidad virtual y la caja de chocolates. ¿Desde cuándo comía chocolates?

Su desconfianza no cambió cuando Luka llegó y explicó lo ocurrido, hasta que Alessa
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