Marcos
Mordí mi labio inferior con fuerza, intentando calmar la rabia que corría por mi sistema.
—¿Has entendido lo que te dije, Marcos? Eres un chico grande, no puedo creer el nivel de irresponsabilidad que estás teniendo con tu propia salud.
Asentí hacia el doctor y no dije nada. Sentí la dura mirada de mi madre y la ignoré, porque ya sabía lo que se venía para cuando abandonáramos esa consulta.
—No se preocupe, doctor. Desde ahora Marcos comenzará a tener más cuidado con el tratamiento y evitará toda actividad física, ¿cierto hijo?
Asentí una vez más con la cabeza.
—No te pido que estés sin hacer nada, solo que no hagas demasiado esfuerzo físico. Podrías comenzar por no cargar tu guitarra sobre la espalda…
Me crucé de brazos y alcé una ceja en su dirección. El doctor me regaló una gran sonrisa y luego miró a mi madre, quien asintió con la cabeza repetidas veces.
—Él no entenderá, doctor, porque esto es por su bien.
—Claro que lo entenderá —señaló el doctor con su sonrisa aún plasma