Siete años después.
Dylan estaba en el podio, frente a una multitud que incluía a sus socios, trabajadores, la prensa y figuras importantes de la sociedad.
Su porte era solemne, pero en sus ojos brillaba el orgullo.
—Señores, agradezco su apoyo incondicional. Es para mí un honor nombrar, en este día tan significativo, a mi hijo Darrel Aragón como el nuevo CEO de la empresa Aragón.
Los aplausos resonaron como una ola. Darrel subió al podio con paso firme, su sonrisa reflejaba una mezcla de gratitud y determinación.
Dio un discurso cargado de inspiración, hablando de los valores y la visión que guiarían a la empresa en el futuro.
Al terminar, descendía del podio entre vítores y felicitaciones.
Desde un rincón de la sala, Mora lo observaba con orgullo, pero también con el peso de una decisión que estaba a punto de cambiarlo todo.
En su mano sostenía un sobre, y aunque su corazón dolía, se repitió una y otra vez:
«Es mejor un corazón roto que se cure con amor, a vivir en una mentira cruel»