Capítulo 85 No soy un hombre que tenga amantes
Mientras, Luca entró en la habitación donde estaba Lucía. Ella estaba recostada en la camilla, con la mirada perdida en el techo. Tenía un corte en la ceja y un hematoma en la frente, pero eran heridas menores comparadas con las heridas en su alma.
—Mamá… —dijo Luca, acercándose con cuidado.
Lucía bajó la mirada y la fijó en él. Había un vacío en sus ojos que le rompió el corazón.
—Luca… no debí venir. Todo es mi culpa. Le dije a ella que esperara a que llegaras. Le dije que seguramente estaba cansada… trate… en verdad trate de tranquilizarla.
—No, mamá. No te culpes. No es tu culpa —la interrumpió Luca, tomando su mano—. Nada de esto es tu culpa. Tú no hiciste nada malo. La única culpable es Carla. Además, recuerda que había bebido.
—No… yo provoqué todo. No debí enfrentarla. Ella es su madre… Yo soy una inútil… No pude defender a mi nieta… como tampoco te pude defender a ti.
Lucía lo miró, y las lágrimas rodaron por sus mejillas. Lo suc