Pensé que estaba alucinando. Jamás imaginé que Alexander estuviera frente a mí, con sus ojos fijos en los míos, suplicándome una oportunidad para que nuestro matrimonio continuará.
Era incomprensible la forma en la que él se aferraba a mí. No lo entendía, hasta buscaba razones para esa actitud tan posesiva sobre mi persona. Y entre mis opciones más reales, se encontraba la posibilidad de que su estirada familia consideraba mal visto los divorcios. Eran personas que se regían mucho por las apariencias, así que tendría sentido. En especial si me pongo a pensar en los integrantes de su familia sanguínea, todos hombres y ninguno se ha divorciado de su esposa.
Y pues… Ahora estaba la posibilidad de que llevara a su hijo en mi vientre, por lo cual era normal que quisiera esforzarse por este matrimonio.
Esas eran las razones más lógicas para mí, porque sinceramente, no sé por qué otro motivo se quería quedar conmigo. No tenía una personalidad llamativa ni una apariencia de modelo, muc