Cómo en las películas de espías, empecé a usar la cuchara para intentar reflejar lo que ocurría detrás de mí, con esperanza de saber si me miraban cuando creían que yo no los veía.
Pero no importaba cuánto moviera la cuchara, no veía nada. Una vez más, las películas de Hollywood estafando a la gente.
—¿Ocurrió algo? —Solté la cuchara de golpe al escuchar la voz de Alexander.
Se sentó frente a mí, enarcando una ceja.
—Yo… Nada —dije, removiéndome en mi asiento.
Debía ser parte de mi imaginación. Estaba algo paranoica por lo sucedido en el centro comercial.
Aunque, si en verdad nos estaban siguiendo, ¿cómo le explicaba a Alexander que trabajaban para Marcos? Podría mal pensarlo, creer que estaba confabulado con mi ex. Me pediría explicaciones y yo no tendría más opción que contarle que fue Marcos quién entró a la habitación de hotel, quien dejó su marca en mi piel. Pero eso era contraproducente para mí.
Tenía miedo de su reacción, que creyera que yo lo quise, que lo