-Las mesas y sillas deberían ser cómodas para que los clientes pasen más tiempo en el restaurant –dijo Marián cuando llegaban a la mueblería.
-No había razón para llegar aquí lo hubiésemos pedido por catálogo –expresó Fabricia.
-Eso lo sabíamos, pero Marián insistió en venir –dijo Alberto.
-Claro, la mejor forma de saber si algo es bueno es palpándolo personalmente –agregó Marián.
-Me gusta ese juego de comedor –dice Marián señalando unos.
-¿Como? ¿Aquél grande de seis sillas? –Preguntó Fabricia sorprendida.
-Me gusta para mi casa, pero para el restaurante no son adecuados, bromeó Marián.
-Ya decía yo, ‘‘busquemos a otra diseñadora de interiores’’ –expresó Fabricia entre risas.
-Confiamos en ella, porque conoce el trabajo. ¿Cierto Marián? Preguntó Alberto.
-Tengo poca experiencia, pero se lo que es bueno y es bonito –expresó Marián- Y este es mi lugar favorito –dijo acercándose al área de cocina.
-¿Amas cocinar o solo te gusta preparar postres? –Preguntó Alberto.
-Pues, aun no le he p