A pesar de las sandalias sus dedos se llenaban de arena, lo causaba el peso de su cuerpo hundiéndose en ella. Cargaba al niño en sus brazos mientras se acercaban a la sombra de un árbol de coco.
-¿Te ayudo? -Le preguntó Elena. A la niñera se la habían llevado para le cuidara al niño.
-Ten –dijo Marián haciéndole con un gesto para que colocaras sus brazos a disposición de cargarlo.
-¿Vamos a alquilar unas sombrillas? Preguntó Marián observando a su socio esperando una respuesta.
-¿Y perdernos el contacto directo con la naturaleza? No es necesario –Alberto colocó su bolso de mano, un paño extendido sobre la arena y se agachó.
-Marián copio su movimiento e igualmente ayudo a la niñera a sentarse.
-Me sorprendes Alberto. Un empresario como tú que se preocupe por estar en contacto con la naturaleza.
-Por la misma razón Marián. Vivo encerrado en el trabajo y no me da tiempo de descansar en ambientes naturales.
-Igual yo, también me encanta los ambientes externos –opinó Marián.
-Ya lo sé. Di