Mundo de ficçãoIniciar sessãoScott O’Rilley vio con pavor que su casa se llenaba de amiguitos de su hijo menor, que venían a hacer una pijamada. Edad promedio ocho años. Volumen promedio ensordecedor. Energía promedio desbordante. Cuando llegaron Ashley Finnegan y Bell Norton para ayudar a su mujer, el bajista vislumbró una oportunidad de huir cobarde y descaradamente.
Y lo hizo. Sin vacilar.
Finnegan le avisó que Stu se les había sumado, así que O’Rilley se detuvo en el camino a comprar comida para tres en vez de para dos. Llegó para la segunda cerveza de los otros, con la cena lista para el microondas como prometiera.
Finnegan le dijo que se pusiera cómodo en la sala, donde Stu forzó una sonrisa al saludarlo. Como si hiciera quince años que los conocía, se dio cuenta que acababa de interrumpir una conversación importante.
—Amigos, si molesto… —terció con aprensión.
—En absoluto —se apresuró a decir Finnegan—. De hecho, te estábamos esperando. Stu aquí dice que necesita conse







