Damián la contempla con resignación, su bello rostro bañado en lágrimas y el vestido arruinado le recuerdan el fracaso que va a ser continuar con esta farsa.
< ¿Dónde coño te metiste Damián? >, piensa con amargura.
— ¿Continuarás llorando o nos vamos a buscar un departamento para que te mudes? – ella gime enseñando todas sus pertenencias — descuida ya me encargué – ella lo mira sin entender — un tráiler vendrá por ello, pero estas helada – le acomoda el saco en los hombros — no, mete las manos para que te calientes, esperemos en el auto – ella lo mira con vergüenza.
Su boca forma una “U” hacia abajo con lo cual a él se le aprieta el pecho – además del pantalón – y la dirige al auto porque no sabe como manejar la sensación y hace lo que mejor sabe: la ignora.
— ¡Gracias! – Damián solo asiente, algo le dice que va a tener que continuar salvándola incluso de ella misma.
Resopla enfadado por su suerte.
Suspira audiblemente y recuesta la cabeza hacia atrás cavilando posibilidades, no e