Rubí entendió entonces la preparación y, acercándose a Marcus, le susurró con una sonrisa: —Mi esposo es tan impresionante e inteligente.
Marcus mantuvo su expresión seria, pero al escuchar su exagerado elogio no pudo evitar soltar una carcajada. Ver a Marcus reír así hizo que Rubí se sintiera un poco más feliz.
—¿Fue difícil atraparlo? —preguntó Rubí—. De lo contrario no habría tardado tanto.
La expresión de Marcus se volvió grave mientras asentía: —Sí, no fue fácil. Sospecho que alguien le dio una mano.
—¿Alguien lo ayudó? —Rubí estaba sorprendida.
—De otro modo no habría podido infiltrarse tan fácilmente ni realizar un trabajo tan preciso. Además, conocía el hotel sorprendentemente bien —contestó Marcus—. ¿Quién crees que pudo haber sido?
Rubí negó con la cabeza y, después de pensar un momento, preguntó: —¿Su cómplice?
—Mujer tonta, no piensas en las consecuencias —replicó Marcus—. ¿Lo has considerado? Si capturan a este ladrón, ¿quién sufriría más?
Rubí reflexionó y respondió: —¿E