—Pero, Rubí, es demasiado peligroso allá. No conoces el lugar, ¿por qué tienes que ir? —dijo Sabrina con preocupación—. Además, si haces un viaje tan repentino, será demasiado obvio.
Rubí respondió con calma:
—Este asunto aún no se ha hecho público, ¿verdad?
—No, todavía no. Me enteré solo cuando me llamó para pedirme que empacara su equipaje —contestó Sabrina.
—Eso es bueno. Nadie sabe que se va, así que, si voy, parecerá un encuentro casual —dijo Rubí, pensativa, antes de añadir—: Mamá, no te preocupes. No dejaré que me pase nada. Ya hice todos los arreglos y, además, será más conveniente si es en el sur.
El sur también estaba lejos de Zoey, lo que hacía todo más favorable.
—Rubí, todavía estás embarazada —recordó Sabrina con firmeza.
—Mamá, esta es mi única oportunidad. ¿No quieres que nos reunamos pronto? En cuanto al bebé, tendré cuidado, así que no te preocupes —replicó Rubí con un tono decidido, sin dejar espacio para objeciones.
Sabrina suspiró con impotencia.
—Está bien, ento