Rubí sonrió y observó el rompecabezas mientras añadía:
—¿Este rompecabezas es difícil? Mamá te acompañará un rato, pero tengo un poco de hambre, así que le pedí a la tía Anna que trajera algo de comer. Después podemos comer juntos, ¿te parece?
—Está bien. Mami, no puedes dejar que el bebé en tu barriga pase hambre —respondió Dylan.
Rubí asintió y contestó:
—Exacto. Tú tampoco puedes quedarte sin comer.
Desde la pantalla de vigilancia, Marcus observaba a Rubí y a Dylan y no pudo evitar suspirar profundamente. Se preguntaba cuándo ella sería capaz de comprender sus sentimientos con claridad. Ya no quería ser él quien siempre tomara la iniciativa; al hacerlo solo, aquella relación perdía sentido y ambos terminarían heridos.
Rubí continuó jugando con Dylan un rato. Luego Anna les llevó la comida empaquetada, y Rubí sacó a Dylan de la sala de juegos. Colocó los alimentos sobre la mesa de centro en la oficina de Marcus, sirvió primero la comida y la sopa de Dylan y luego llamó a Marcus:
—Es