Dan volvió a asentir.
—Está bien, entendido. Pero dime, ¿de verdad estás bien? —la miró con atención—. Rubí, parece que estás en otro mundo.
Rubí parpadeó, volviendo a la realidad. Negó con la cabeza y sonrió.
—No, no es nada. Solo estoy feliz de ver que el restaurante está funcionando tan bien.
Dan sonrió también.
—Eso es bueno. La verdad es que el negocio va muy bien últimamente.
Tras conversar unos minutos y esperar a que Dylan terminara su filete de pescado hervido, Rubí regresó a su oficina. Después de ver a Sabrina ese día, sentía una necesidad intensa de contarle a alguien lo ocurrido, pero no sabía con quién hablar. Aquello era un secreto demasiado peligroso. Cualquiera que lo supiera podría estar en riesgo… incluso Marcus. No era el momento adecuado para revelar nada.
Aun así, un pensamiento la reconfortó: ahora que sabía que era la verdadera princesa, muchos de sus problemas —incluido el asunto con Marcus— se resolverían con mayor facilidad. Esa idea le dibujó una sonrisa tr