Sabrina asintió con emoción.
—Sí, hija. Y ahora que estás embarazada, debes tener mucho cuidado. No permitas que nadie te dañe, como me sucedió a mí en aquel entonces.
Las palabras de Sabrina hicieron que Rubí se quedara helada. La miró con desconcierto.
—¿Mamá? ¿Qué quieres decir con eso?
Sabrina desvió la mirada, suspirando.
—Todo eso… quedó en el pasado.
—Por cierto —preguntó Rubí con curiosidad—, ¿cómo fue que te entregaron a la niña equivocada? Siendo la reina, deberías haber estado rodeada de tu gente y haber dado a luz en una sala privada. ¿Cómo pudiste… estar en una habitación con otras personas?
Era algo muy extraño, especialmente tratándose de una reina. Si no fuera por el recordatorio de Sherry, Rubí nunca habría pensado en la familia York.
Sabrina suspiró.
—Es una historia larga… pero ahora que lo pienso detenidamente, todo lo que ocurrió en aquel entonces fue manipulado por alguien más. —Luego miró el reloj y añadió con preocupación—. Pero el tiempo se acaba, tengo que re