Rubí asintió.
—Me enteré hace unos días. El guardaespaldas de Marcus me lo contó.
La expresión de Sabrina se tornó seria y la alegría desapareció de su rostro.
—Ya que sabes la verdad, no diré más —dijo con solemnidad—. Aunque Zoey es una princesa adoptada, su posición y prestigio ahora son más altos que los de tu hermano Leonardo. Y tu padre… planea entregarle la familia York. La próxima reina ya ha sido elegida internamente: será ella.
Rubí se quedó inmóvil, mirando a su madre con incredulidad.
—¿Cómo es posible? —exclamó—. Incluso si pensaban que yo había muerto, debería ser Leonardo quien heredara. Por nacimiento, por género, por derecho… ¡le corresponde a él, no a ella!
Sabrina suspiró profundamente, su tono cargado de impotencia.
—Ese asunto… te lo contaré con detalle más adelante. Leonardo no goza de buena salud, y es demasiado dependiente y obediente con Zoey. Durante estos años… —su voz se quebró levemente— además, yo te extrañaba tanto que dejé de prestar atención a esas cos