Rubí se rió.
—Dan, en realidad sí necesito que hagas algo por mí.
Él preguntó de inmediato, con evidente emoción en la voz:
—¿Eh? ¿De verdad? ¿Qué es?
Rubí sonrió y respondió con calma:
—Empiezo la escuela pasado mañana, pero… quiero abrir una cadena de restaurantes.
—¿Cadena de restaurantes? —repitió Dan, sorprendido.
—Sí. Más adelante te contaré los detalles, pero quiero que me ayudes. ¿Estás preparado?
Dan vaciló, y antes de que pudiera decir algo, Rubí continuó, adivinando sus pensamientos:
—Sé que tienes experiencia en administración. Te asociaste con un amigo para abrir un restaurante familiar de entrega a domicilio. ¿Estarías dispuesto a ayudarme? Te daré acciones.
Dan comprendió al instante que Rubí lo decía así para no herir su orgullo. Soltó un suspiro y luego sonrió.
—Está bien, estoy dispuesto. Pero dime… ¿qué tan grande planeas escalar este negocio?
Rubí dudó unos segundos y finalmente respondió:
—Quiero abrir una cadena. Marcus me dio mil millones, así que…
—¿Mil millone