Al día siguiente Zack se asombró al ver a Cedrid de buen humor y tranquilo trabajando, sin quejarse en la oficina.
- Wa… y yo que venía a decirte que no aceptaba quejas porque ayer descansaste – indicó divertido acercándose al escritorio para dejarle la taza de café que le preparo.
- Llegaste tarde, porque lo de ayer ya lo termine – le dijo señalando una pila de documentos mientras tomaba la taza para beber un poco de ese amargo líquido.
- ¡QUE! – dijo asombrado tomando los papeles y mirando que era verdad – ¡waa! sí que te hacía falta un descanso.
- Hm… y sabes me gustó mucho pasar tiempo a solas con Emma – indicó sonriendo – por cierto ten – dijo pasándole una hoja.
- ¿…? – Zack tomo la confundido y al leerla sonrió – perfecto, ya mismo hablo con nuestro arquitecto para arreglar estos detalles de la cueva.
- Te lo encargo.
- Es decir, que a Emma acepto la idea de vivir en una cueva.
- Si y de hecho me sorprendieron sus palabras.
- ¿Ah sí? ¿y qué dijo?
- Que no le importara